‘No estamos muertas, solo descansamos’, es uno de los mensajes que se repiten a lo largo del paseo botánico del barranco de La Aldea de San Nicolás. Ahora, con el otoño, las plantas despiertan de su letargo y después de las primeras lluvias comienzan a brotar nuevas hojas. Unas semanas después de que finalizara el verano, el paisaje de la zona cambia radicalmente y comienza la floración.
La ruta, de algo más de un kilómetro comprendido entre la zona conocida como El Parral y el Molino de Agua, cuenta con una representación de algo más de 65 plantas nativas, 40 de ellas fueron introducidas en la creación del paseo y algo más de 20 brotaron de forma natural. A pesar de que las plantas están adaptadas para soportar grandes períodos de sequía y temperaturas extremas se les hace un seguimiento y mantenimiento dos veces al mes.
La mayoría de estas especies son representativas del matorral halófilo-costero, un ecosistema desconocido para muchas personas y muy poco valorado en general. Del total de los ejemplares, 16 son endemismos de Gran Canaria, el resto del Archipiélago o de la Macaronesia.
El paseo, creado hace algo más de dos años, cuenta con auténticas joyas botánicas exclusivas de la Isla, como el rosalito (Dendriopoterium pulidoi), la dama fina (Parolinia filifolia), la siempre viva de Sventenius (Limonium sventenii) o la salvia blanca del oeste (Sideritis guayedrae). En los próximos meses se procederá a realizar una reposición de marras (plantas muertas) y se completará la plantación en las zonas despojadas.
El objetivo de esta ruta botánica en su nacimiento era revalorizar este espacio, en solo dos años se puede observar como se ha convertido en una zona en la que muchos vecinos y vecinas practican deporte o pasean a diario, llenando de vida esta zona del barranco.
Además, con el desarrollo de la vegetación se está produciendo un enriquecimiento de la biodiversidad en general. Decenas de especies de invertebrados, reptiles o aves se encuentran con recursos de los que anteriormente carecía la zona.
Sin embargo, se debe tener en cuenta el daño que producen a la ruta botánica el tránsito incontrolado de perros que perjudican a las plantas, llegando a producir la muerte de algunas de ellas, desentierran mangueras, depositan excrementos y arrojan tierra y piedras al vivero, todo ello supone un retraso para la planta, además del polvo en suspensión procedente de la vía del barranco. Por ello, desde el Consistorio se ruega a quienes transiten la zona con sus vehículos lo hagan a una velocidad moderada.