Lugares de interés cultural

La Aldea de San Nicolás es consciente de la importancia y relevancia de su gran Patrimonio Cultural. Por ello pretende aquí realizar una descripción del mismo, a través de una breve reseña de los principales lugares de interés, entre los que destaca, su patrimonio arquitectónico, etnográfico, eclesiástico, a sabiendas, del papel importante que este desempeña en su promoción e integración social.

La conservación y la recuperación de gran parte de nuestro patrimonio material tangible e intangible, tiene el claro objetivo de ofrecer una posibilidad más de desarrollo dentro de nuestra localidad, dado que el mismo revitaliza el interés de los habitantes por su cultura.

Es una obviedad hoy en día que el Patrimonio Cultural es una de las principales motivaciones que han llevado a los individuos a desplazarse a otros lugares conociendo así, otras formas de vida, cultura, manifestaciones artísticas, etc.

La Aldea de San Nicolás cuenta con una Comisión Municipal de Patrimonio y Material Intangible, encargada de garantizar la esencia de nuestra cultura. Un tipo de cultura que no se puede tocar, sólo se puede sentir disfrutar de la experiencia que la misma nos ofrece.

Dentro de ese Patrimonio Intangible encontramos el folklore, la interacción entre las personas y, principalmente, nuestras fiestas populares, en la que se encuentra la Festividad de El Charco, única en Canarias.

Patrimonio Cultural Fiesta del Charco

Patrimonio arquitectónico

Casco histórico

Desde La Plaza de La Alameda, hasta la Placeta, pasando por la Calle Real, se concentra principalmente el casco histórico del municipio de La Aldea de San Nicolás.

La Plaza constituye el centro del pueblo a partir de mediados del siglo XVIII. Aquí tienen lugar los eventos históricos más importantes. La Iglesia nuclea las casas del siglo XVIII al XIX y se abre Camino Real arriba, luego ampliado como calle, hasta La Placeta, donde en el siglo XX ya se alinean comercios, escuelas, cafetines, librería – imprenta, horchatería, bancos… La Calle Real se fue desanchando desde principios del siglo XX. Por su margen izquierdo subiendo están las casas del siglo XIX. Por la misma se jalonan varios Museos Vivos del Proyecto de Desarrollo Comunitario de La Aldea.

La Alameda

La primera arquitectura se traza en 1926 en un solar adquirido por el pueblo en 1914. Se le añade en 1935 el Quiosco de la Música. En 1966 se derrumba para construir otra obra que se va modificando hasta la actual estructura. Entre La Iglesia y La Plaza está el punto de encuentro, lugar de paseos, música, conciertos, verbenas y acontecimientos más importantes de la historia de este pueblo.

Recientemente ha sido ejecutada otra obra de transformación y peatonalización y se ha recuperado como elemento arquitectónico una réplica del antiguo Quiosco de La Música.

La Iglesia Parroquial

Templo terminado en 1972, en el solar que ocupaba la antigua ermita ampliada en 1700 y derruida en 1961. Se encuentra dentro del neo – funcionalismo canario de mediados del siglo XX con ciertos elementos arquitectónicos tradicionales: torres tejadas, óculos, rosetones, balcones de madera…

La Casa del Balcón

Vivienda construida junto a la antigua Casa Parroquial, hacia 1824, que presenta elementos de la arquitectura tradicional en sus huecos, techumbre y sobre todo en el balcón que le da nombre. En ella, a principios del siglo XX, se hallaba la Pensión de las Narcisas, la primera del pueblo. Al lado se encuentra la Casa Parroquial construida a finales de los años sesenta.

A partir de la boca calle Matías Vega, La Calle Real se desancha entre 1920 y 1950, en el Cercado del Curato.

El Ayuntamiento

Obra inicial del maestro de obras Simeón Rodríguez, Pancho Rosales, con el empleo de los bosques de cemento prensado, almohadillados, a principios de los años treinta. La Aldea cuenta con Ayuntamiento constitucional desde 1812 y antes con alcalde real, diputados y otros cargos premunicipales.

Centro Municipal de Cultura (Cine Nuevo)

Es la obra arquitectónica más importante de mediados del siglo XX en La Aldea, de estilo racionalista o funcionalista. Con una cabida de 700 butacas fue una obra emblemática y punto de encuentro social además de uno de los cines más importantes de la isla, tras su apertura el 18 de marzo de 1959. Aparte de cine hizo de teatro y escenario de diversas actividades culturales.

El edificio fue adquirido por el Ayuntamiento. Hoy en día se ha convertido en el Centro Municipal de Cultura, con un aforo de 475 plazas y continúa siendo el centro donde se desarrollan las principales actividades culturales, artísticas del municipio.

La Sociedad – Centro Cultural y Recreativo (1928)

Se fundó en 1928 como Centro Cultural y recreativo de San Nicolás. Se convirtió en el centro y punto de encuentro social del pueblo hasta finales del siglo XX (lecturas, bailes, conferencias…) Junto a la misma estaba en antiguo campo de fútbol.

Patrimonio eclesiástico

La Iglesia, Cementerio de la Iglesia, Cementerio Municipal, Cementerio de Tasarte, La Cruz del Siglo, La Cruz de María, Las Cruces.

Patrimonio etnográfico

Red de Museos Vivos

Se trata de una de las experiencias museísticas más novedosas y enriquecedoras. Distribuidos, entre otros, en La Gañanía, La Escuela, El Almacén de Tomates, La Tienda de Aceite y Vinagre, El Molino de Gofio, La Zapatería, La Barbería, La Medicina Rural, El Centro Alfarero y La Música, donde los niños, jóvenes y adultos de Canarias pueden disfrutar un día con las tradiciones: ordeñar, arar, trillar, amasar, hacer el queso, conocer en vivo todas las tradiciones artesanales recuperadas de nuestro pueblo, visitar una escuela tradicional, un almacén de tomates, la tienda de aceite y vinagre, etc.

Todo esto ha sido posible gracias a la participación en todas las actividades de los mayores del pueblo de una forma desinteresada y altruista: su filosofía es que la cultura tiene que estar al alcance de todos y no tiene precio.

Más información en Proyecto Cultural de Desarrollo Comunitario La Aldea

Bienes de interés cultural

Los Caserones

El poblado indígena conocido como Los Caserones es uno de los de mayor envergadura de la isla y fue declarado Bien de Interés Cultural el 7 de febrero de 1986. Las casas presentaban planta circular u oval en el exterior y forma cruciforme en el interior, con gruesos muros de piedra.

Una vez practicado el método del carbono-14, para determinar su antigüedad, arrojó un período comprendido entre el año 60 d.c. y el 810 d.c., cronología que podría responder a los inicios y abandono del poblado.

Hoy en día son visibles un pequeño reducto de casas de piedra y túmulos funerarios, que conviven en el mismo emplazamiento, muy cerca de la costa y a orillas de la corriente de agua que discurría por el cauce del barranco.

El asentamiento se complementa con una zona de necrópolis de peculiar arquitectura a base de semicírculos que rodean a un torreón central. La distribución de las sepulturas demuestra la existencia de una jerarquización, donde los varones ocupaban los lugares de mayor relevancia.

El túmulo del Lomo de Caserones ha sido vallado y acondicionado para ser visitado por vecinos y turistas. Lomo de Caserones es un espacio funerario colectivo integrado por seis sepulcros individuales en cistas (cajón funerario de piedras). El conjunto se organiza en torno a una tumba principal que ocupa la parte más alta del emplazamiento; esta cista albergaba a un hombre adulto y presenta la particularidad de tener el suelo enlosado. A su alrededor se disponen los restantes enterramientos que acogían cuatro mujeres y un niño de unos pocos meses de edad. Esta disposición ha sido interpretada como la evidencia de una cierta jerarquía, y tal vez como la expresión de los lazos de parentesco entre las personas que aquí fueron enterradas.

La única datación disponible sitúa el uso de este conjunto entre los siglos XIII-XIV (1220-1390 d.C.).

Los esqueletos que se observan son reproducciones con una finalidad didáctica.

El Charco

El Charco de La Aldea se localiza en el extremo occidental de Gran Canaria, en el término municipal de La Aldea de San Nicolás, junto a la desembocadura del Barranco de La Aldea.

Esta desembocadura constituye una especie de estuario hundido a consecuencia de los diferentes movimientos en la vertical de la isla de Gran Canaria, en el marco de las diversas regresiones y transgresiones marinas ocurridas a lo largo de varios millones de años.

Las diferentes alteraciones geomorfológicas ocurridas entre el Pleistoceno Final y el Holoceno determinaron la formación de una gran laguna costera que se adentraba casi medio kilómetro hacia tierra.

La formación de El Charco constituye lo que popularmente se conoce como “marciega”, producida por la inundación y encharcamiento de agua de procedencia marina, en combinación con los aportes de las periódicas escorrentías del barranco que se producen como consecuencia de las lluvias.
Lo que en la actualidad denominamos El Charco, constituye una pequeña laguna que se encuentra ocupando el centro de la desembocadura del Barranco de La Aldea, a escasos metros del mar y con una salida hacia el mismo, del que está separado por un frente de cantos rodados (callaos) marinos. La profundidad habitual del Charco no suele superar los 1,50 metros de altura y el fondo está formado por depósitos sedimentarios y cantos rodados procedentes del arrastre del barranco.

En el capítulo histórico-etnográfico El Charco, y la fiesta popular asociada a este enclave, se han conformado como una muestra de la pervivencia de prácticas culturales prehispánicas, en concreto de la pesca mediante la técnica del “embarbascado”. La misma consistía en el vertido del látex de determinadas plantas, como el cardón o la tabaiba, que produce un efecto sedante en los peces facilitando su captura. Se trata de una técnica de pesca que continuó usándose en diferentes zonas de Gran Canaria, al menos hasta la primera mitad del siglo XX, como así lo atestiguan diversas referencias históricas (J. Viera y Clavijo, V. Grau-Bassas, etc.). Así, éste parece ser el origen de la fiesta, que presenta un sustrato prehispánico que da contenido a la celebración pagana. No en vano, en el entorno de El Charco se localiza uno de los asentamientos prehistóricos de mayor entidad de la isla, para el que en el siglo XIX se cita la presencia de más de 800 construcciones (casas, túmulos, goros, etc.) en el lugar hoy conocido como Los Caserones.

El desarrollo de la técnica de pesca del embarbascado, incorporaba un componente festivo-simbólico que se materializa en la celebración de la tradicional fiesta de El Charco en La Aldea de San Nicolás, en el contexto de sus celebraciones patronales, erigiéndose como uno de los elementos de mayor significación y tradición de Gran Canaria, aunándose en dicha práctica elementos patrimoniales de carácter material e inmaterial.
Las noticias documentales más antiguas que hacen referencia a esta celebración, nos llegan del Obispo Delgado y Venegas en el año 1766, que tras visitar el pueblo prohíbe bajo pena de excomunión y multa “que ninguna mujer se entre en el charco cuando se embarbasca ni en otra ocasión juntamente con los hombres, y a estos debajo de las mismas penas no lo hagan delante de las mujeres desnudándose enteramente y para esta excursión”. En este texto se da cuenta, además, del carácter de celebración que tenía dicha práctica.

Cada once de septiembre los vecinos se concentran en el entorno de El Charco para rememorar el contenido de la fiesta, si bien ya sin la práctica del embarbascado. Este enclave se convierte, en dicha fecha, en referencia colectiva para los vecinos de La Aldea, concentrando además a un gran número de personas de la comarca y de toda la isla. En la actualidad, en el marco de la celebración de la fiesta, el perímetro exterior de El Charco se marca con una línea de cal que no puede ser sobrepasada hasta que, a las cinco de la tarde, un cohete lanzado por el alcalde da la señal de aviso. A partir de ese instante, los participantes se lanzan al agua, algunos de ellos portando cestos o “guelderas” para atrapar a los peces (lisas) que se encuentran en El Charco, rememorando así el origen de la festividad. Quienes se introducen en el agua tratan de llevar a su interior a los que permanecen en la orilla mirando, en un ambiente divertido y festivo.

Sin duda, El Charco concentra un singular valor patrimonial, aunándose en un mismo espacio importantes valores históricos y etnológicos, tanto materiales como inmateriales, de fuerte arraigo en la población, que transgrede las fronteras municipales.

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